Este fin de semana recordé que tenía algunos dibujos y bocetos hechos de mi época de estudiante y he decidido recuperarlos para que de alguna manera vean la luz. De otro modo quedarían archivados y perfectamente guardados donde han permanecido años.
El honor de inaugurar esta pequeña serie es para mi oveja negra.
Las ovejas siempre me han suscitado cariño y simpatía. Me da pena que sean tan dóciles y con una actitud tan vulnerable, por lo mismo que en los documentales lamento que la leona se coma a la gacela aunque sepa que la naturaleza tiene perfectamente organizada la cadena trófica (de la que parece que el ser humano es la anomalía) y si la leona no come se muere. Paradójicamente siempre quiero que gane el perdedor.
A modo de rebelión en nombre de las ovejas dibujé en su día esta oveja negra partiéndose de risa. La risa nos hace felices y conscientes, nos dota de algún grado de inteligencia y de control de la realidad. Sirva para ello de homenaje subversivo a estos bóvidos cuya lana hace que pasemos los inviernos más calentitos.
